Su historia

Karl Peter Trebbau Millowitsch conocido como Pedro Trebbau es un zoólogo alemán-venezolano que ha dedicado su vida a proyectar, en la población venezolana, la conservación de la flora y la fauna, y el amor hacia la naturaleza. Su contribución en esta área y en la creación de parques zoológicos en Venezuela, donde se radicó definitivamente, hizo de su gestión un referente a nivel mundial.

Nacido en la región cultural alemana de Colonia en 1929, Trebbau mostró desde pequeño interés por la fauna. Era costumbre en su casa tener animales: peces, ratones, culebras. Su familia le contaba que su bisabuelo había creado un zoológico. Ya en la adolescencia tuvo claridad sobre su propósito: estudiar zoología, medicina veterinaria y ser director de un parque zoológico. Nunca ha tenido miedo de un animal.

Pasarían unos cuantos años antes de que Trebbau decidiera salir de su país, y lo haría como estudiante, con el fin de aumentar su conocimiento sobre la fauna venezolana. Mientras, le tocaría vivir una situación de crisis mundial en lo económico, político y social dada por distintos factores: la caída de la bolsa de Wall Street en Nueva York, el mismo año de su nacimiento, la posguerra alemana que perjudicó al país por años, y el surgimiento de los fascismos europeos que dieron origen al liderazgo de Adolf Hitler en 1932. La incertidumbre, el miedo y la insatisfacción estaban presentes y los ciudadanos tenían dos opciones: rendirse o vivir. Su posición en el mundo fue clara.



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Venezuela

Venezuela siempre ha sido un país de oportunidades, y en la década de 1950 cuando Trebbau llegó al país estaba todo por hacerse. A los 24 años ya había estudiado zoología en Freiburg y comenzaba la carrera de veterinario. Se iniciaba en su verdadera pasión: los animales. La posibilidad de viajar a Venezuela surgió por la invitación que le hizo el doctor Guillermo Vogelsang, profesor de la Facultad de Ciencias Veterinarias de la Universidad Central de Venezuela. Trebbau no hablaba español, sin embargo, no supuso un obstáculo. Unos meses antes, decidió estudiar un semestre en la Universidad de Barcelona, España, para aprender el idioma.

En su país de origen contaba con suficientes razones para quedarse, sin embargo, Venezuela le daría la posibilidad de ser, de realizarse como persona y como profesional. Allí encontraría una tierra virgen dispuesta a ser explorada que le daría muchas satisfacciones y una familia que construiría gracias a las bondades de ese país de gente amable.

El mejor momento

En el año 1953 con el propósito principal de conocer la Estación Biológica de Rancho Grande, ubicada al pie del parque Nacional Henri Pittier y en la que se encuentra la fauna más representativa del país, lo entusiasmó el hecho de poder realizar pasantías en la Facultad de Medicina Veterinaria de Maracay, la cual quedaba muy cerca de la estación. Era un lugar privilegiado que la naturaleza y la vida le daban para investigar la diversidad biológica de ese pequeño pedazo del país.

En esos años, el gobierno venezolano estaba impulsando la Medicina Veterinaria en el país para sistematizar los planes de producción ganadera, para lo cual convocó a profesionales extranjeros. Ya para ese entonces la facultad de Medicina Veterinaria se encontraba en Maracay donde llegó Trebbau con un microscopio, un larga vista, algunos libros y suficiente ropa para permanecer por seis meses en Venezuela. No iba para quedarse.

Pedro Trebbau Pedro Trebbau Pedro Trebbau Pedro Trebbau Pedro Trebbau Pedro Trebbau

Más razones

En 1956 realizó su primera expedición al Auyantepui. El motivo de la expedición fue la recolección de mamíferos, reptiles e invertebrados. Allí participaron once profesores de la Facultad de Agronomía, cuatro estudiantes de la Universidad Central de Venezuela, un estudiante de la Universidad de Los Andes y entre ellos Trebbau, el único de la Facultad de Medicina Veterinaria.

Durante la expedición se recolectaron más de 150 animales y casi 700 plantas, en la misma se hicieron importantes hallazgos de diferentes especies como por ejemplo: la culebra Liophis trebbaui y odonata o caballito del diablo Irydiction trebbaui, especies desconocidas hasta ese momento y que fueron clasificadas.

Los años en Maracay fueron suficientes para que Trebbau decidiera establecerse en Venezuela, la principal razón fue la oportunidad de que al graduarse pudiese asumir la dirección del Zoológico El Pinar. En el año 1957, decide tomar la nacionalidad por multiples razones, Trebbau se sentía muy cómodo en el país y así mismo expresaba su amor por la geografía y la gente. Siempre se sintió como alguien que había nacido en Venezuela.

En su camino:

los zoológicos

A finales de 1957, regresó a Alemania con el propósito de culminar su carrera de Medicina Veterinaria, en la Universidad de Giessen. Antes de su regreso realizó pasantías en el Zoológico de la ciudad de San Diego, uno de los más importantes de Estados Unidos.

Posteriormente, en el año 1958 regresó a Venezuela para culminar sus estudios y recibir su título en la facultad de Medicina Veterinaria de la Universidad Central de Venezuela. Uno de sus principales intereses era operar a los animales, así su tesis de grado versó sobre La Ligadura y Resección de Arterias Terminales en Caninos. Recuerda haber sido el primer estudiante que hizo una cirugía experimental exitosa en la facultad, “Gastrectomía a un perro”, cuando esa materia todavía no existía formalmente en el plan de estudio.

A finales de 1958, es nombrado Director Técnico del Zoológio El Pinar, con la doble tarea de mejorar las instalaciones y trabajar paralelamente en la creación de un zoológico más grande y moderno en el país. Trebbau asumió la responsabilidad de buscar él mismo un terreno idóneo en Caracas en el que se pudiera concebir un parque zoológico abierto, sin jaulas. Todo un reto para los arquitectos y diseñadores del proyecto. En 1974 es creado por decreto presidencial el Zoológico de Caricuao. En ese mismo año Trebbau asume la Dirección del nuevo zoológico, en la cual permaneció hasta 1979.

La influencia del Trebbau se refleja en casi todos los zoológicos venezolanos, ademas de haber asesorado a parques y zoológicos en Santo Domingo, Costa Rica y Guyana.

Cuando lo que guía es la pasión

Trebbau encontró en la televisión de la época un medio maravilloso para transmitir profesionalmente su gran pasión por la fauna, y en poco tiempo ya era un referente y una necesidad para la audiencia. Su don de gente, su educación, su elegacia y su conocimiento profundo fueron su estandarte para hacer, apróximadamente, diez años de televisión.

Participó en la producción y conducción de diferentes Programas de TV: “Zoológico Infantil”, “La Fauna”, “Campamento en la Selva”. Su principal motivación era aliarse al medio televisivo para llegar a un público amplio y transmitir su enseñanza conservacionista. También realizó micros para Venezolana de Televisión y durante los años 60 produjo programas para la Televisión Europea y Americana. En el año 1973 fue coproductor del programa “El Azote del Sol” en honor a Félix Rodríguez de La Fuente.

Obtuvo en un par de ocasiones el Reconocimiento de la Academia de Ciencias y Artes de la Televisión de los Estados Unidos de América en los períodos comprendidos entre los años 1968-1969 y entre 1969-1970.

La aviación fue un descubrimiento que le dio muchas satisfacciones a Trebbau. Aprendió a volar en los años 70, cuando no se contaba con los recursos tecnológicos con los que contamos hoy y los planes de viaje se hacían con brújula y sextantes. Fue un gran aviador. En una entrevista en los años 80, aseguró que, sin ese medio de transporte, no habría realizado ni las tres cuartas partes de su trabajo. Entre algunas de las anécdotas que cuentan las aventuras de Trebbau está la de los pericos, exclusivos de Bonaire. Él supo que los animales se estaban muriendo a causa de una gran sequía y no tenían qué comer. Con un amigo recogieron mangos por las calles de La Florida en Caracas, se subieron al avión con unos 60 sacos de mangos y sobrevolaron la isla lanzando los mangos a los pericos. Con ello hicieron que los animales pasaran mejor el verano y no murieran. Su vocación no encontraba obstáculos.

Dejar rastro

Trebbau se interesó por las toninas cuando de esta abundante especie del río Apure se había dicho muy poco. Se centró en la ecología y en describirlas con obsesiva precisión, escribiendo diferentes artículos sobre las mismas en los años 1974 (junto a Peter J. H. Van Bree de la Universidad de Ámsterdam), 1975 y 1980. Sin embargo antes de escribir sobre las toninas, también llamadas delfines de agua dulce, Trebbau había publicado otros artículos: Nuevo Género de Corales Venenosas, junto a Janis Roze en el año 1958. La Nutria en 1972, 1978 y 1992. El Chigüire en 1979. El Rabipelao en 1971.

Escribió el libro que se ha convertido en “la biblia” en el área ambiental sobre los quelonios, libro que le permitió conjugar sus inquietudes científicas con su sangre expedicionaria. Lo escribió junto con el estadounidense Peter Pritchard. Ambos recorrieron el país durante dos años para estudiar las distintas especies, cuenta una anécdota que en el parque sur de Maracaibo encontraron una tortuga de agua dulce desconocida para la ciencia la cual bautizaron con el nombre de Phrynops zuliae.

El resultado del viaje fue un libro de 400 páginas de texto con 25 ilustraciones, 22 fotografías y 16 mapas para indicar las ubicaciones. Fue editado en 1984 completamente en el idioma inglés. Las recaudaciones por las ventas fueron donadas a la fundación que los apoyó llamada Internados Rurales. El libro fue bautizado con el nombre Las Tortugas de Venezuela.

Un valor : la familia

Sin duda, Trebbau estaba destinado a formar una familia en tierras venezolanas. Sus relaciones, su trabajo, su compromiso le habían dado el soporte necesario para echar raíces en ese país. Y llegó solo. Trebbau con 33 años era el director del Zoológico El Pinar y Helena López Fraíno una joven de 18 años. Tendrían un camino juntos por delante.

Extranjero, apuesto, eficiente, distinto, pues vivía con un león en su casa que mantuvo por nueve meses hasta que le consiguió albergue, y hasta tímido eran su pasaporte de entrada a esta familia venezolana. Helena era la penúltima de siete hermanos, bisnieta del Presidente de la República en épocas de Castro. Una pareja bien avenida. En el año 1964 se casaron. Helena con su ímpetu y personalidad arrolladora sería la encargada de dirigir la casa y hacer el balance al talante solitario de su esposo. Trebbau seguro de su propósito terminaría dedicado y concentrado en su trabajo y expediciones pese a los deseos de Helena de que se involucrara más en los negocios de su familia. Helena y Pedro tuvieron siete hijos de nombres: Gabriela Lucía, Carlos Pedro, Patricia Helena, Helena Cristina, Carlos Alberto, Katharina José, Pedro José.

De niños, los paseos a Caricuao antes de construirse el zoológico, los programas en la televisión cuyo conductor era su padre, las excursiones atrevesando por ríos llenos de babas, los paseos en avioneta, y las visitas de animales poco domésticos a casa, eran normales. Cada miembro de la familia respiró desde siempre una atmósfera de trabajo en equipo, constancia, respeto al otro y disciplina.

Durante su vida y carrera profesional Trebbau ha apoyado con su trabajo activo o en rol de asesoría, a diferentes fundaciones como FUDENA, la Sociedad Venezolana de Ciencias Naturales, la Asociación Cultural Humboldt, la Fundación Científica Los Roques, Audubon y Fundatrópicos, entre otras.

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